Vivir en la ciudad más libre del mundo

Por Bruna Suja

Christiania, de terreno militar abandonado a nación independiente

Nueve leyes –sí, nueve, de verdad–, una democracia consensual y cerca de cuarenta años de historia. Estamos hablando de Christiania, unahttp://www.fotonazos.es micronación dentro de la ciudad de Copenhague, autoproclamada independiente del estado danés y que, con sus cerca de 900 habitantes, goza hoy de un estatus semilegal.

Hay que remontar hasta la Guerra Fría para encontrar los orígenes de un proyecto surrealista. En 1971, el ejército danés abandonó un extenso terreno de cerca de 34 hectáreas de infraestructuras y campo. Muy pronto, los medios de comunicación empezaron a plantear la pregunta de si estos espacios debían o no ser reutilizados y reaprovechados, dado que estaban completamente vacíos y en muy buen estado. Fueron progresivamente ocupados por grupos estudiantiles, intelectuales, artistas y hippies que vieron los primeros balbuceos de la futura micronación autogestionada.

El funcionamiento era simple: la esencia de la comunidad que se estaba formando radicaba en el deseo de crear y mantener una sociedad autosuficiente e independiente en la que primara la libertad de cada miembro para realizarse y expresarse. Por ello se optó de forma natural por la democracia consensual, materializada en forma de asambleas que tienen lugar en caso de necesidad y en la que se toman las decisiones. En ellas no se vota por mayoría; se discute y dialoga hasta llegar a una solución que sea aceptada por los asistentes. La denominada “reunión general” es la instancia de más autoridad. En ella, se decide qué dirección tomar en el ámbito económico; porque, si bien los christianitas quieren desmarcarse del sistema, tienen que poder mantenerse por sus propios medios.

christiania
Vista aérea de Christiania

El presupuesto con el que administran la ciudad gira en torno a las 22 millones de coronas anuales. Los adultos –unos 650– pagan cada unas 1.900 coronas mensuales y los comercios pagan impuestos, tanto al gobierno danés como a la administración de Christiania. El turismo es la mayor fuente de ingresos con diferencia. De esta forma, los habitantes pueden garantizar el funcionamiento de las infraestructuras urbanas que utilizan. Sin embargo, no generan su propia energía, sino que les abastece la misma compañía que al resto de Copenhague.

Dentro de Christiania se permite y desarrolla el comercio de drogas blandas (cannabis y hachís), pero en contrapunto se prohíbe formalmente cualquier droga dura. En los años de su gestación como comunidad autogestionada e independiente, hubo problemas con este tipo de sustancias, problemas relacionados con las armas y la violencia. Concretamente, bandas violentas de moteros trataron de hacerse con el mercado christianita de la droga, por lo que en las asambleas la gente pacífica decretó que se prohibirían la violencia, las armas, las insignias de moteros y los chalecos antibalas. Hace décadas que dicha banda desapareció, pero en la ciudad libre siguen manteniendo estas normas por miedo a que ocurra algo parecido.

El carácter independiente del lugar se refleja especialmente en la rigidez de ciertas normas que contrastan duramente con las del mundo exterior. A parte de las prohibiciones ya mencionadas, no entran coches ni motos de uso privado, ni se permiten sacar fotos a ciertas actividades que sonChristiania-dinamarca consideradas ilegales en el resto de Dinamarca – mención indirecta y sutil al comercio de cannabis y hachís–. Tampoco hablar por el móvil, correr ni provocar alboroto. La manera en que se aplican estas prohibiciones, sin embargo, no está institucionalizada como tal. La propia web del organismo de turismo danés advierte: «Un turista ha recién sufrido una agresión sólo por el hecho de llevar una cámara, aunque no la estuviera usando. Lo mismo vale para los móviles con cámara integrada».

La relación que los christianitas buscan mantener con el exterior podría definirse por la búsqueda de una convivencia pacífica. A través de negociaciones y diálogos, el Parlamento votó en 1989 una ley según la cual se otorgaba a quienes ocupaban el antiguo terreno militar el derecho a residir formalmente allí y a autogobernarse; una ley cuanto menos imprecisa que abría la puerta a vacíos legales en los que se instaló la la comunidad. Sin embargo, en 2004, se disolvió esta ley, volviendo al punto de partida. Hoy en día, la legalidad de Christiania sigue siendo ampliamente debatida en política danesa, sobre todo en relación con la circulación abierta de drogas blandas.

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Bandera Christiania

A pesar de ello, los habitantes de la ciudad libre siguen construyendo su comunidad y su vida, simplemente regidos por la libertad de realizarse y expresarse como personas. Christiania es un experimento social surgido de forma natural, pero que podríamos calificar de paradigma europeo de comunidad autosuficiente y autogestionada. Quizás sea una fuente de inspiración para unos o una error que urge corregir para otros; en cualquier caso, es indudable que la prosperidad de la ciudad libre es un argumento irrebatible sobre la viabilidad de este modelo de autogestión. Un modelo bastante alejado de lo que conocemos en España, que implica un estilo de vida completamente distinto en el que las prioridades individuales se jerarquizan de forma completamente distinta. ¿Y si vale la pena probarlo por aquí?