Reportaje : «Cuando el miedo se apodera de nosotros»

Tener fobia a algo puede entenderse como un trastorno emocional, o en ocasiones psicológico, caracterizada principalmente por tener miedo o pánico desproporcionado ante objetos o situaciones. En ocasiones puede catalogarse sencillamente como tener miedo, pero lo cierto es que son cosas totalmente diferentes.

Las fobias, por su parte, pueden tratarse por diferentes vías, como las técnicas de «inmersión» o las de exposición. La exposición, tiene como objetivo desensibilizar a la persona y cambiar esos patrones de pensamientos que contribuyen al miedo. Por otra parte, también se suele recurrir a terapias basadas en el psicoanálisis o en la programación neuro-linguística mediante técnicas más clínicas en los casos más extremos.

En la terapia, se enseñará al paciente a modular su sistema excesivamente sensible mediante distintas técnicas. Por una parte, se le ayuda a esforzarse a mirar aquello que le asusta y a no vigilar tanto a su entorno, procurando siempre que aprenda a regular sus interpretaciones automáticas. En el caso de las fobias especificas (a continuación veremos los tipos de fobias), se suele recurrir a la psicoterapia, que pueda enseñar al paciente las casusas de su fobia aportándole técnicas que consigan que el paciente pueda ir dominando la ansiedad ante el estímulo fóbico.

En cuanto a los tipos de fobia, se puede distinguir entre:

– Fobias sociales. Temor a ser evaluado negativamente por los demás, Problemas para interactuar con el otro, hablar en público o relacionarse con personas desconocidas.

– Fobias específicas. Pueden ser de tipo ambiental, situacional, a los animales, a la sangre, las heridas o a los procedimientos médicos u odontológicos.

– Agorafobia. Temor a los lugares en los que en caso de sufrir una crisis de pánico, no se pueda escapar. Miedo a caminar solo por la calle, viajar en colectivo, ir al cine, estadios u otros lugares. Es lo contrario a la Claustrofobia, caracterizada por el temor a los sitios pequeños, donde sienten no tener aire suficiente para respirar.

Las causas de estos trastornos son variadas e involucran factores biológicos, psíquicos, históricos y ambientales del individuo. El psiquiatra Enzo Cascardo, director del Centro de Investigaciones Médicas en Ansiedad comentó que los hijos de padres extremadamente cuidadosos u obsesivos son proclives a padecer alguna fobia. Además, la vertiginosidad de la vida actual y el stress contribuye a desencadenar cuadros que están latentes. Agregó, además, que también pueden ser provocados por traumas severos, duelos inconclusos, abusos psicológicos o sexuales.

Jennifer A. tiene 26 años, sufrió claustrofobia durante 5 años, hasta que decidió pedir ayuda profesional :

“Cuando entré en el ascensor me dije, tranquila, no ocurrirá nada. Sin embargo, no pude evitar empezar a sentirme mal, la boca seca, el corazón a cien por hora, el sudor frío y el ahogo. No podía dejar de pensar: ¿Y si me quedo encerrada? Se acabará el aire, no puedo aguantar, tengo que salir de aquí.  Por fin paró y la puerta se abrió. Entré en casa de mi amiga temblando. Poco a poco me tranquilicé. Sin embargo, cuando salí de su casa otra vez, bajé por las escaleras, no quería pasar por esa desagradable experiencia otra vez”.

«Llevaba 5 años sin poder montarse en un ascensor, ni montar en metro, ni por supuesto coger un avión. Cuando me iba de vacaciones tenía que mirar antes el mapa de carreteras para ver si en el trayecto había túneles y evitarlos, buscando así un recorrido alternativo, aunque tardara el doble. Nunca podía entrar a los probadores de las tiendas, y siempre que iba a un lugar por primera vez tenía que sentarme cerca de la ventana y tener localizadas las puertas y salidas de emergencia. Había rechazado dos trabajos por un miedo irracional a quedarme atrapada en espacios cerrados, y cuando llegó a la consulta tardó bastantes sesiones en permitirle cerrar por completo la puerta del despacho»

Óscar P.R. , por su parte tiene 32 años y es contador. Cuando tuvo que elegir su carrera universitaria no lo hizo por una fascinación con los números o la tarea contable sino porque era la que menos exámenes orales tenía a lo largo del curso. Durante la secundaria, no podía afrontar esas situaciones. Siempre conseguía buenas notas en las pruebas escritas, pero encontraba muchos problemas cuando tenía que expresar sus conocimientos en forma oral. No podía enfrentar la situación de estar frente a otros y ser el centro de atención porque se ponía colorado, le temblaban las manos y la voz se entrecortaba al límite de no poder hablar. Esos signos demostraban su nerviosismo y eso lo hacía sentir vulnerable al juicio de los demás. Decidió pedir ayuda profesional y hoy asegura : «No hay que tener miedo de pedir ayuda, es la mejor decisión que pude tomar y trataré de guiar por el mismo camino a todo aquel que lo necesite»

 

 

Estos son solo dos casos de personas que tras darse cuenta del problema, decidieron pedir ayuda, pero lo cierto es que son muchas personas para las que estas situaciones pasan inadvertidas o causan un mal mucho mayor, llegando incluso a ser paralizante y casi irremediable. La psicóloga Teresa Cleris, miembro y fundadora del Grupo Phobos, especialistas en este tipo de trastornos, explicó que las fobias forman parte del grupo de los denominados trastornos de ansiedad y constituyen una forma patógena o disfuncional de manifestar ansiedad, proyectada hacia un objeto o un tema. «La ansiedad es el motor del aparato psíquico. Todos tenemos ansiedad. El problema es cuando se transforma en trastorno. Cuando no la podemos manejar porque nos inhibe, nos paraliza y nos desorganiza de manera tal que nos invalida», señaló.

Sin embargo y como ya mencionamos, al hablar de fobias también queremos hacer mención a todas aquellas técnicas que ayudan a que el problema pueda disiparse poco a poco. Cada vez son más las posibilidades de que las personas con fobias encuentren una solución a esta situación que no solo les afecta a ellos mismos sino también a su entorno, y a la posibilidad de crecer y desarrollarse como persona.

Desde la Asociación Española de Trastornos de Ansiedad se recomiendan dos tratamientos que complementen los de exposición e inmersión : el farmacológico y el terapéutico.

Según descripciones del psiquiatra, en una primera instancia se realiza un diagnóstico a través de un cuestionario, para determinar el tipo de trastorno que padece el paciente. Le sigue la etapa de la psicoeducación, que no es otra cosa que informarle tanto al individuo como a los familiares cuál es la enfermedad que está padeciendo, sus características y el tratamiento. Finalmente se completa con una terapia cognitiva-comportamental, que, según reveló Cía, «ha demostrado estadísticamente ser muy eficaz en este tipo de males, con un 70% de resultados positivos y con efectos persistentes a lo largo del tiempo».

Lo que está claro es que teniendo en cuenta que al rededor de un 30% de la sociedad, según estudios epidemiológicos realizados por distintos países del mundo, sufre o ha sufrido alguna fobia; no estamos ante un suceso aislado o poco común. Con posibilidad de tratarse y erradicarse, podemos decir que se trata de una situación cada vez mas controlada y que permite que los pacientes que la sufren puedan disfrutar de una vida normal, tranquila, y sin presión; contribuyendo de esta forma a poder relacionarse, tomar decisiones y dejarse llevar sin que el miedo, el agobio, o la angustia se apoderen de su cuerpo.

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