María Martínez: “Nunca viene mal aprender a valorarse a uno mismo”

Son las 12 de la mañana de un 30 de noviembre, una fecha marcada en el calendario de muchos por el Día Internacional de los Trastornos Alimenticios.

En Madrid ya ha entrado el frío, plumones y guantes visten las calles de la ciudad. Me dispongo a recoger a María en su casa para pasar un día con ella, somos amigas desde hace varios años, pero solo ha pasado uno desde que le diagnosticaran un trastorno alimenticio, concretamente la anorexia nerviosa.

La doctora Montserrat Graell, coordinadora del servicio de psiquiatría y psicología del Hospital Niño Jesús de Madrid, la define como una alteración mental que deriva en una alteración de la conducta consistente en la obsesión por perder peso y en tener una imagen corporal distorsionada.

A María se la detectaron a la edad de 17 años, y es que esta enfermedad cada vez aparece a edades más tempranas. Según la Asociación contra la Anorexia y la Bulimia (ACAB), este tipo de  trastornos de conducta alimentaria suponen la tercera enfermedad crónica en la población de entre 15 y 29 años y se calcula que el 11,5 por ciento de las jóvenes tienen un riesgo elevado de padecerla.

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Toco al timbre y me abre la puerta su madre, que tan cariñosa como siempre, me pide que este pendiente de ella, pues la involucración de su entorno más cercano es vital.

James  Lock, director del Programa Integral de Trastornos de la Comida en el Hospital de Niños Lucile Packard de Stanford, afirma que si se involucran en el tratamiento, las familias pueden ser de utilidad, pues el tratamiento centrado en la familia y el entorno más cercano funciona más rápido y de forma más rentable para la mayoría de los pacientes.

María baja las escaleras y juntas salimos a la calle. Nos disponemos a dar un paseo por el retiro, es un sitio que le da mucha paz. No hace mucho que empezó a ir al psicólogo  y alguna vez me ha comentado que en ocasiones le agobia tener a todo el mundo encima y no sentirse del todo libre.

La gran mayoría de jóvenes que sufren esta enfermedad suelen sentirse presionadas por su entorno y reclaman la falta de control sobre su propia vida según un estudio de la Cruz Roja.

Después de recorrernos gran parte del parque hablando de nuestras rutinas, le invito a que nos sentemos en el césped, porque yo ya no podía más y aunque ella parecía que quería seguir moviendo el cuerpo, ambas sabíamos que ya estaba cansada.

Uno de los síntomas más característicos de la anoréxica según un informe publicado por Sanitas es la continua realización de ejercicio físico por parte del enfermo con el objetivo de quemar calorías.

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Harriet Smith quien superó una grave anorexia que la llevó a pesar 31 kg con una altura de 1.75 centímetros reconoció en la revista digital Punto Vital: “estaba obsesionada, yo antes corría hasta quedar agotada, sólo para perder grasa y adelgazar”

Extendemos una manta  y nos tumbamos al sol. Con normalidad, como recomiendan especialistas de la Asociación en Defensa de la Atención de la Anorexia Nerviosa y la Bulimia (ADANER), le pregunto por la terapia y me dice que le ayuda bastante y que están intentando profundizar en su interior para ayudarla con su autoestima.

Las personas que no siguen el “modelo ideal de delgadez” impuesto por los medios, tiende a no valorarse positivamente y sufre las consecuencias de la baja autoestima según Un estudio publicado por la Cruz Roja en su página web.

Cuando estamos en un ambiente de mayor confianza, me lanzo a preguntarle si ella se ve con unos kilos de más ya que es algo que me impacta pues siempre ha sido una chica de complexión delgada. Lo cierto es, que en la mayoría de los casos la anorexia genera lo que la doctora María José Castro, experta en patologías del comportamiento alimentario,  llama una “distorsión de la propia imagen corporal”. María me dice que no pero que sí es cierto que en muchas ocasiones ha querido verse a sí misma como a las chicas de los anuncios de la televisión o las modelos que aparecen en las revistas.

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Las chicas jóvenes son muy susceptibles y consumen con facilidad lo que los medios de comunicación les venden a todas horas, especialmente la idea de que el éxito personal, social y profesional puede alcanzarse fácilmente si se tiene una figura en extremo delgada. (Doctora  Aliza A. Lifshitz, especializada en trastornos alimentarios)

Con seriedad afirma que todo depende del control que tengas de tu mente y asegura que está intentando aprender a manejarla: “Intento aprender a dominar mi propia mente antes de que ella me domine a mí”. Dice que también le están siendo muy útiles los libros de autoayuda, de hecho me recomienda que empiece a leer alguno  porque cree que es algo que todo el mundo debería leer: “Nunca viene mal aprender y valorarse a uno mismo”, dice con una media sonrisa.

Creo que ya hemos alcanzado el culmen de nuestro encuentro, hemos compartido confidencias y ya ha llegado la hora de comer, por lo que nos dirigimos a su restaurante italiano favorito. El psicólogo que trata a su familia dijo que el momento de la comida había que tratarlo con normalidad, no destacarlo como un momento culminante, sino como una rutina más, por lo que cada una elige su plato sin hacer ningún comentario al respecto, el ambiente es igual de amable que antes.

Durante la comida hablamos del avance de María, hace una semana tuvo una reunión en la que le mostraron los logros obtenidos con el tratamiento. Sus ojos brillan al hablar de ello, con lágrimas  reconoce que temía que hubiese podido perder la vida por esta causa pues aunque sabe que ha estado lejos de ello, la línea de la gravedad en esta enfermedad es muy fina.

Sufrir anorexia aumenta unas cinco veces el riesgo de muerte y padecer bulimia u otro tipo de desorden alimentario lo duplica, según un estudio realizado por investigadores de la Loughborough University, en Reino Unido, publicado en “Archives of General Psychiatry”.

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Me levanto, le abrazo y emprendemos el camino de vuelta a casa. En las últimas reflexiones de nuestro encuentro ambas estamos de acuerdo en que aunque esté siendo un proceso largo, los resultados son buenos. Para mi sorpresa me pide que le acompañe a alguna de sus sesiones y yo sin duda alguna acepto.

La asociación ACABE afirma que la recuperación es larga, y requiere un esfuerzo constante, precisándose profesionales muy especializados y un gran apoyo por parte del entorno familiar y social.

Al llegar a su casa, nos despedimos y me da las gracias por el día de hoy. Al fin y al cabo todo el mundo necesita que alguien le escuche, de cero y sin interrupciones, liberarse de todo lo que le ahoga, y ahora María sonríe y parece estar mucho más relajada. Me lanza una última reflexión que yo recojo como un regalo:

«La vida pone ante nuestros ojos situaciones muy difíciles pero sin duda, todo depende de la mirada con la que lo queramos enfrentar, de la cara de la moneda que queramos elegir»

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Yo también  tengo  mucho que agradecer  a María por este día, porque gracias a que ella se ha permitido desnudar el alma, yo he aprendido una gran e infinita lección: el esfuerzo, la constancia  y la  confianza en uno mismo son la llave que nos abre la puerta de nuestra libertad y nos hace dueños de nuestra propia vida.

Almudena Pitto García

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